Desacelerización de la inmigración en Vigo


La ciudad empieza a perder velocidad en la llegada de población extranjera, lo que impide llegar a 300.000 habitantes y obtener más tributos.


Tras una década recibiendo inmigrantes sin parar, Vigo empieza a ver cómo se marchan ciertos colectivos. La población extranjera pasó de 3.511 personas en el 2000 a 17.108 en el 2009. Fue todo un bum. Hubo momentos en que el Concello daba más de veinte altas diarias en el padrón. Pero la tendencia se ha roto: en el último año se produjo una baja cada día. El INE ha registrado un descenso de 373 inmigrantes en el censo. 

No cabe extrañarse porque la crisis lo explica todo. La ciudad que representó una oportunidad laboral para miles de latinoamericanos, el contingente más importante, tiene ahora mismo un paro galopante (más de 31.000 desempleados, casi el 20% de la población activa).El principal colectivo en marcharse con la crisis es el latinoamericano en número muy significativo, brasileños, argentinos y uruguayos. Los primeros representan el colectivo de extranjeros más numeroso en Vigo después de los portugueses. Se nota que la economía del gigante sudamericano, al contrario que la española, está creciendo a un ritmo potente. De ahí que hayan desaparecido 375 cariocas a lo largo del último un año.

La mejoría de Argentina y Uruguay también se ha dejado sentir. El Ayuntamiento ha perdido 146 y 178 empadronados procedentes de ambos países. También hay menos paraguayos, venezolanos, bolivianos y chilenos.

El secretario de organización de la CIG, Anxo Iglesias, que ha trabajado en el departamento de Migración del sindicato, explica que ha desaparecido el efecto llamada «porque os inmigrantes que están aquí trasladan a situación que viven aos seus países de orixe». En Latinoamerica, además, se han disparado las oportunidades laborales y muchos a los que se les ha acabado el paro optan incluso por regresar frente a los árabes y subsaharianos que continúan viniendo a la ciudad.

Buena prueba de lo que influye la situación económica es que el número de lusos empadronados en Vigo sigue aumentando. De Portugal ya se han instalado en la ciudad 2.675 vecinos (153 más en el 2010). Algunas organizaciones empresariales, a raíz del rescate solicitado a la Unión Europea, temen una avalancha de personas que cruce el Miño buscando trabajo. Eso reforzaría el padrón municipal, pero está por ver.

Jorge González Gurriarán, catedrático de Organización de Empresas y ex director del Igape, lo tiene claro. «Vigo no tiene capacidad a corto plazo para absorber inmigrantes», apunta. Advierte que se trata, en gran medida, de mano de obra no cualificada que no encontraría acomodo en sectores que seguirán en crisis como la construcción o la hostelería. Y pilares de la economía local para los que augura «una etapa de enorme transformación» como el metal.


Dificultad

Si es cierto que España lo tendrá crudo para rebajar la cifra de desempleo en el plazo de dos, tres o cuatro años, según la mayoría de los economistas, parece claro que el bum de la inmigración ha tocado a su fin. Y con ello, Vigo lo tiene un poco más difícil para alcanzar la mítica barrera de los 300.000 habitantes. Esa población es la que daría derecho a dos concejales más en la corporación municipal y (lo que sí tiene importancia) a más tributos del Estado. Es una vieja aspiración que estaba a punto de lograrse con el constante crecimiento de la población extranjera (aunque hubo un descenso oficial en el 2006, fue producto de la purga que se llevó a cabo con la entrada en vigor de la Ley de Extranjería). Sin ellos, la población de Vigo permanece más o menos invariable en el entorno de los 280.000 vecinos. Lejos quedan las aspiraciones de los redactores del Plan Xeral, que creían factible atraer a cien mil personas en el plazo de 20 años. ¿Natalidad 0%?

El Concello ha pasado de más de veinte altas diarias en el censo a las 373 bajas del 2010

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